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me arrepiento
no necesito a Dios para esta alquimia,
si es posible
que se acerquen los ojos prematuros,
las bocas sin consuelo,
que se acerque la culpa lenta
—la de siempre—,
con su sombra de espinas y su vapor de helechos,
no necesito a Dios
para contar las veces que he callado,
hoy todas las palabras parecen monaguillos,
me arrepiento
por hacer un poema
mientras el hambre explota estómagos translúcidos,
por desoír las voces de los cementerios,
por los zapatos rotos y vacíos,
por las palabras sin impacto,
en definitiva,
por el verso exquisito, bello y cálido,
no necesito a Dios y me arrepiento.
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Ya sabéis, el viernes diez: PoesíaA3. Os esperamos.